Si bien ya nos habían contado: llegar a la Puerta del Sol y mirar en 360 Grados, caminar hasta la Plaza Mayor y aprender que esta "plaza" es sin pasto y se llama "plaza seca" que la recova que la rodea es más simpática que la recova de nuestra plaza Once, llegar hasta el Arco de Cuchilleros y advertir que no es un arco sino un pasaje escalonado a una zona más baja del Madrid y no más baja por los ingresos económicos o la pertenencia de sus habitantes barriales sino porque sencillamente está más abajo de la calle que habíamos caminado, que allí los domingos esta El Rastro, ícono de las ferias mundiales, de las cuales no teníamos más experiencia que escuchar con atención los inflados relatos de quienes la habían caminado.
Todo todo es como un nacimiento y en definitiva es eso, el nacimiento a otras costumbres viviendo en las mismas calles de asfalto y las similares casas de ladrillo que uno, pero cuya historia costumbres tradiciones creencias y demás, difieren de lo que uno conoce y acumula en las vertientes de la vista el oido y principalmente del alma que asimila y se alimenta con nuevos amores por las cosas y las causas.
La Plaza España y el monumento a Cervantes que acomodado al de Sancho Panza y rodeado de jóvenes sentados en grupo, charlando riendo libando masticando semillas de girasol guitarreando y en definitiva viviendo esa nueva maravilla de la vida que es, en España, vivir sin Franco, que si bien sus humores aún están pegados a las costumbres y a mirar por sobre el hombro a cada instante tambien se comienza a respirar un oxígeno no contaminado por el temor.
En la búsqueda de la historia reciente y más atrás contratamos para mañana conocer El Escorial y el Valle de los Caídos, uno monumento de la vida de los reyes y otro homenaje a la muerte, pero la peor muerte porque fue construido por los presos de la dictadura franquista.
luego sigo
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