jueves, 22 de septiembre de 2011

Limpito

Limpito
Abre los ojos y descubre la claridad del día, sabiendo ya si está luminoso y ver soleado o gris, lluvioso o seco, no conociendo aún la temperatura.
Se sienta, se rasca la cabeza, se saca el pijama que, doblado prolijamente sobre la revuelta cama, será testigo de acomodarla.
Prende la radio, aspirando a que el locutor matinal indique cual es la temperatura y las previsiones meteorológicas para el día.
Ingresa al baño y se lava los dientes, solo para eliminar los sudores de la noche.  Se moja la cara y el pelo y ya intuyendo la temperatura.
Se viste: pantalón de gimnasia, remera, rompeviento, zoquetes, zapatillas, gorra, bebe el yogurt diario que disminuye el colesterol, toma las llaves, la radio y a caminar una hora por el barrio.
A veces toma un camino y a veces otro, yendo entre veinte y treinta minutos para un lado y volviendo por el mismo de tal forma de cumplir estrictamente lo que se propuso:   de cuarenta a sesenta minutos,  mientras se pone al tanto de las noticias.
Noticias que el comentarista viene arrastrando desde más temprano y seguro que estas son repeticiones de unos minutos atrás salvo que algún acontecimiento de importante importancia cubra de un velo rojo todas las otras y se magnifique la presente que, a pesar de todo, y aunque sea muy fuerte irá perdiendo presencia con el correr de los días, hasta que dentro de unos meses o un año a algún locutor se le ocurra traerla a la audiencia como notable para no perder la memoria y rescatar alguna tragedia ya olvidada, o quizás no una tragedia sino algún matrimonio o un perro con dos cabezas, todo sirve.
El pijama bajo la almohada, estirar la sábana de abajo, incorporar prolijamente la de arriba doblar con precisión la oreja de la misma y que coincida con el filo de la almohada, luego el cubrecama que debe caer a la misma altura de cada uno de los lados y cubrir las almohadas, pero no estirado sino descubriendo la forma.
Hecho lo cual prepara la ropa: medias, calzoncillo, camisa, pantalón, cinturón, zapatos, todo en su orden y perfectamente equidistante una prenda de otra.  Contempla su obra de ingeniería y entra en el baño.  Echa primero la ropa a lavar al canasto previendo que cada color tenga su espacio que, aunque mezclado, sea previsible.
Se lava los dientes contando veinticinco pasadas por cada uno de los puntos cardinales de la boca, inferior izquierdo y derecho y superior derecho e izquierdo, da vuelta el cepillo y se lo pasa por la lengua cinco veces.  Se saca la dentadura superior, prótesis completa y muy cara y la cepilla concienzudamente.  Como le calza y se pega firmemente al paladar no necesita ningún polvo o pasta que la fije, esto le satisface y lamenta no poder compartir con otros ese logro, su pudor personal se lo impide, él siempre está muy bien y no tiene contratiempos.
Abre la ducha y la gradúa, ni fría ni muy caliente, inclusive en pleno verano.
Verifica que la toalla se encuentre al alcance de la mano y procede a entrar en la bañera.
Primero el pelo con su champú preferido que usa hace ya diez años, el pelo, las orejas, el cepillo de mango largo para pasar con fuerza por la espalda y luego con la manopla de esponja dura y bastante jabón: el cuello, las axilas, el pecho, el bajo vientre, la cola con ambas manos y de ambos lados, y luego piernas y pies, todo esto dos veces, comenzar a secarse en el orden del lavado y también dos veces.
Fuera de la ducha, primero las gotas, diez, recomendadas por la bruja que hace medicina homeopática, luego la pastilla para la presión y la media pastilla para la ansiedad recomendado por el médico de la medicina alopática y los diez globulitos de la bruja.
Su agenda no le engaña; los globulitos una vez por día, las gotas tres veces por día, la diminuta pastilla para la presión dos veces por día, la de la ansiedad media cada día y además una para el colesterol día por medio, la de la fluidez de la sangre una por día ahh y dos grises de la bruja luego de cada comida.  Encremarse el cuerpo porque ha aparecido un prurito bastante molesto que inclusive cuando le invade la bolsa de los testículos se rasca hasta sangrar.
Parece mentira pero toda esta misa demoró solo veinte minutos.
Acomoda el diario sobre la mesa y se prepara el desayuno, mate y una tostada con queso magro.  Durante una hora y cuarto bebe los análisis de las noticias de ayer y las más actuales del mundo circundante, porque las de hoy serán analizadas durante el día o en los diarios de mañana.  Recorta los artículos largos y frondosos para leerlos más tranquilo, ahora quiere saber tipo foto y telegrama.
Medio litro de agua completa su desayuno.
Luego la computadora. Diez páginas imprescindibles: tres diarios, sus dos páginas personales, el contacto con el banco y verificar que le hayan acreditado la jubilación, las dos páginas del blog que acumula, la red social y alguna otra aleatoria.
Y así llega casi el medio día, buscar en el freezer alguna comida que ya prevista ha sido provista por la persona que el realiza la tarea de aseo a sus ropas y departamento.
Tartas diferentes, alguna carne, quizás algo de pasta, para que dure durante la semana incluyendo sábado y domingo, aunque siempre le sobra porque las salidas al cine o al teatro y comer en algún restaurante o la visita a alguno de sus hijos hace que la porción de comida de ese día quede para la próxima semana, porque eso sí, cada día el menú es diferente
Luego del almuerzo y aseada la mesa de su condumio, incorpora a la batea los trastos usados.  Una hora de televisión, otra hora de lectura y una hora más de siesta.
Ha decidido comprarse un revólver.  Sus vecinos le han comentado que hubo robos en el vecindario.  Los que no se han consumado ha sido o porque no han podido acceder al domicilio o por la resistencia de las víctimas.  Lo cierto es que ha habido conatos y algunos de ellos sobre personas mayores.  Por lo tanto va hasta la armería del barrio para que le informen los trámites necesarios.  En verdad le teme a las armas pero supone que le servirán como mínimo par disuadir.
Arribado al negocio y sin preguntar, el vendedor le ofrece la mejor caña de pescar con anzuelo o mosca, y además lo invita a una excursión de pesca a la laguna cercana, que incorpora bus especial, cena de ida y el almuerzo a la vuelta y más cosas de confort hasta que lo interrumpe y le explica el motivo de su interés.
Análisis de orina y sangre, certificado psicológico otorgado por un ente gubernamental, autorización de tenencia por parte de la oficina de control policial, algún tipo de capacitación sobre mantenimiento y uso del aparato y por supuesto la orientación sobre el tipo de equipamiento que necesita en función del objetivo de uso.
Sale feliz del negocio, dispuesto a cumplir con cada uno de los pasos indicados.  Le alegra saber que debe realizar otros trámites además de los habituales y va envolviendo cada uno con una sonrisa y eficiencia que le potencian su placer por la exactitud.
Finalmente compra el arma, pequeña, de uso doméstico.  Practica con ella en el mismo negocio de la compra ya que poseen un gabinete de tiro en el subsuelo.  Durante la semana va tres veces a efectos de practicar en el uso y el cuidado del revólver.
Un domingo cualquiera decide comenzar a escribir sus memorias.  Considera que su experiencia de la vida en lo laboral y personal debe ser un buen material para escribir un libro, y seguro que a alguna editorial importante le puede interesar lo que pueda contar.
Es viudo hace varios años y no ha enriquecido su vida con una nueva pareja…
Comienza a escribir:
“Abro los ojos y descubro la claridad del día….”
Se queda pensando, toma el arma, se pega un tiro y con absoluta precisión se muere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario