jueves, 22 de septiembre de 2011

Fraude

FRAUDE

Desde tan lejos y ya en penumbras, cuando la noche se iba deslizando hacia su completo reinado, no permitía verificar con precisión si el naranja que se veía hacia el horizonte era fuego o las últimas nubes de la tarde que transparentaban el verano.
Ante la duda que fuera un auto de fe o un incendio de pastos y para aprovechar los últimos vestigios de luz natural que me permitía ahorrar petróleo que escaseaba por esos dias, decidí pasar la noche en ese lugar con lo que desmonté del carro y tomando la pluma y el frasco con tinta me dispuse a escribir la carta de recomendación para mí tratando de imitar lo mejor posible la firma del alguacil.
La noche se descolgó con más rapidez de lo que esperaba y los fantasmas del bosque comenzaron a vociferar convocando para encontrarse  y utilizar mi magro cuerpo como fantástica cena.
Encendí un fuego que si no alejaba a los espíritus por lo menos me permitiría calentar un poco de café, porque los últimos pedazos de carne y pan se habían evaporado al mediodía y no me quedaba para comer sino mi propia hambre.
Los trozos de madera para tal fin estaban verdes y el humo que fabriqué involuntariamente convirtió en lágrimas mi sonrisa.
Continuaba el llamado interno del bosque y escuchaba pisadas a mi alrededor, no tenía miedo, total…
La luna estaba en todo su esplendor y por supuesto los hombres lobo estarían rizando sus pelos.
Alumbrado por las llamas de la fogata acabé con el escrito y a pesar de la incomodidad y las sombras ejecuté con bastante habilidad la firma del Arcángel San Gabriel que, a pesar de mis pecados, le indicaba a San Pedro  que era merecedor de entrar al cielo.

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