Llueve, llueve con el convencimiento que debe hacerse, con interés, llueve con sentido de la responsabilidad, no es una lluvia torrencial, es una lluvia convencida que debe estar y por lo tanto se destaca no por su fuerza y si por su coherencia, llueve.
Todo de Bue a Santiago y de Santiago a Puerto Montt, bien, aterrizaje, me esperan, me llevan hasta las oficinas de la compañía naviera, son las 12,30 y allí me toman todos los datos, se quedan con el Boucher y me dicen que vuelva un poco antes de las 17,30 para que me lleven hasta el barco!!! cuatro horas!!!
Bueno entonces me informo, por supuesto se larga a llover para molestar un poco, y comienzo a caminar, la lluvia se detiene, me alegro y salgo, pero no, falsa alarma solo para un poco para que los peatones salgamos a la descubierta y nos sorprende con una nueva mojadura y debe disfrutar la ocurrencia...(quien será el Dios dueño de la lluvia??), aún así soy tozudo y me largo a investigar, ciudad portuaria, mucha madera, todas las casas y negocios de madera, casas bajas, tristes que se suman a lo gris de la lluvia, llego hasta un mercado, me interesa y entro y me encuentro con decenas de restaurants con dos mesas largas enfrentadas, se cocina en la galería se invita a los que pasean a comer mariscos, curanto, ceviche, sopas, etc. alguno más limpio otro más de desconfiar, pero me meto, nadie me quita la posibilidad de la aventura del almuerzo con un buen plato con mariscos y un vaso con vino blanco shileno.
A mi lado se sientan cuatro funcionarios bancarios, traje corbata hablando de prendas e hipotecas, me presento charlamos intercambiamos, en todos lados igual los mismos temas los mismos problemas y las mismas soluciones, la única diferencia es que yo no conozco su banco pero ellos si a donde yo trabajo, que tal eh!!!
Termino y salgo a desafiar la lluvia, pero esta, hábil...ya no está, el cielo celeste me invita, camino diez o quince minutos y nuevamente la risa silenciosa pero húmeda me vuelve a burlar, camino un poco más pero me declaro vencido y entro en este Cyber a comunicarme.
Puerto Montt es bella con esa belleza de ciudad portuaria sobre un cerro, colectivos pequeños, taxis colectivos, ropas sin brillo, gente marrón casi diría cobre, me gusta.
Me encuentro con un grupo holandés, lo sé porque lo traen escrito, de un barco enoooorme que esta en el puerto y dice Holanda en Holandés.
Paró de llover y aprovecho para caminar un poco más.
Roberto
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