miércoles, 6 de junio de 2012

Europa 1980 - Quinta Postal

De Madrid a Córdoba, ocho horas de tren. De Córdoba a Sevilla dos horas y de Sevilla a Granada cuatro. Eso en 1980. Además de los recorridos y visitas para los que haré comentarios hubo algunas situaciones no previstas dignas de compartir.
En el viaje de Madrid a Córdoba en el compartimiento del tren éramos cuatro personas. La otra pareja era gente mayor, pasando los cincuenta. Cuando comentamos desde donde veníamos y la sorpresa que nos generaba el clima de libertad de los jóvenes y lo que se respiraba en las calles, los titulares de los diarios y etcétera, el hombre, jubilado de ferrocarriles, nos indicó con un gesto en los labios que no era conveniente hablar de “esos temas” porque a pesar que ya han pasado cinco años del fallecimiento del “generalísimo” su fantasma aún recorre España y en especial Madrid, y esto lo dijo con un profundo sentimiento de temor, según mi interpretación de su gesto y sus palabras, a partir de allí fue imposible continuar charlando, se negó a contar hablar y mostrar y su mujer como temblando se durmió o por lo menos disimuló su sueño.
Cuando llegamos a Córdoba y luego de recorrer los restos históricos de la presencia árabe, disfrutar de su arquitectura, de saciarme con esos panoramas hollados por quienes desarrollaron desde el CERO hasta las palabras de la vida cotidiana: almohada, toalla, alfeizar y tanto tanto, decía que luego del paseo nos sentamos en una plaza a comer los sándwiches que traíamos y vimos como en un bar de la vereda de enfrente se sentaba a las mesas en la calle  una numerosa familia que sacaba de sus canastos la comida y pedían al mesero la bebida, por supuesto cruzamos hacia ellos nos sentamos cerquita y pidiendo nuestras aguas continuamos con los madrileños sándwiches y tortillas.
Sevilla y Granada, la Alhambra y el Generalife las cuevas gitanas, los tablados, las calles, los negocios con recuerdos para turistas con miniaturas de lo que veíamos, fotos, postales y cosas, buscamos un teléfono público porque necesitamos saber cómo estaban nuestros hijos, era como una manera de compartir con ellos la emoción de tanta belleza, tanta historia, tanta arquitectura de diseño de hace mil años, los baños de vapor, las celosías…en fin, mi limitación verbal me impide transmitir no solo lo que vemos sino las emociones que provocan.

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