lunes, 27 de octubre de 2014

CON LOS CINCO SENTIDOS Y UNO MÁS



No más de mirarla se le representó el momento en que podría ser de él, digo podría porque no sé si le da el cuero para poseer algo tan notable y distinto, seguramente deseado por otros y con quienes él debe competir.  No todos saben que existe y no todos sabiendo que existe se le animan o tienen la misma necesidad o sentimiento que mi personaje. Lo que sí es seguro es que los conocedores, los afectos al surtido, los de buen dinero, los mundanos tienen en este objeto un deseo de posesión casi rondando el fanatismo, el apasionamiento, hay quienes exaltados son capaces de alguna cosa ilegal o pervertida para lograr la posesión y el gozo de este cuerpo, de sus cualidades.  Casi todos sus entusiastas, como mi amigo, son muy  capaces de barbaridades pero la mayoría, como mi amigo, pueden llegar a compartir sus dones justamente para que la competencia no sea sangrienta y todos gocen de sus habilidades a pesar que seguramente en su hogar hay quien espera con iguales o mejores dotes pero que aún no han sido investigados a fondo. De primera vista sus ropas son exquisitas en cuanto a lujo y calidad, maquillada como la mejor con los más exquisitos afeites y por los mejores diseñadores. De altura media cualquier equipo de vestimenta incluida la etiqueta hacen juego con sus colores  y acompaña el aspecto de mi amigo que se ha puesto sus mejores galas aunque solo sea para mirarla. 

Recostado en su cama, su amplia cama, su moderna y exuberante cama, Roberto, mi amigo se la imagina junto a él en esta cama, sobre este colchón, cubierta solo con estas sabanas que de tan níveas duelen en los ojos.  Sábanas con puntilla, puntilla decorada y destacada a mano por manos habilidosas.  Trata de imaginarse cómo será recorrer su cuerpo con la yema de los dedos, tratar de fijar la impresión digital de algunos de ellos en alguna parte del estilizado cuerpo. Mirarla largamente y que ella voluptuosamente quede inmóvil para que Roberto la rodee con sus ojos, la compare con su memoria, la ansíe con su cuerpo y la toque y la toque incesantemente, sintiendo su cuerpo fresco y lozano pero con mucha, muchísima experiencia. Roberto prudente y tímido no se anima al gran momento, prefiere sufrir y sufrirlo, prefiere aumentar sus ansias pero no pecar por apresurado. Prefiere preferir.

El escucha, Roberto escucha su no respirar, escucha como el cuerpo de sus ansiedades se agita dentro del mismo cuerpo como si fueran varias partes separadas y que conjuntamente se mueven en armonía produciendo un sonido particular que es más que respirar, es más que musitar, es más que suspirar. Roberto acerca el oído a las ropas, su frescura lozana lo entretiene y le cuesta separar la ansiedad de tenerla con el placer de oírla y sabiendo que cuando la tenga el sonido de su suspiro, de su respiración será otro, más intenso, lascivo, memorable.

Huele de memoria.  Aspira profundamente.  Roberto completa los pulmones y retiene, exhala despacio y queda sin aire y en ese momento se acerca, instala el pecho cubriendo casi todo el cuerpo y vuelve a inspirar y también a inspirarse  y mezcla lo que huele con lo que quiere oler y lo que la memoria olfativa le entrega, agita lo que recoge, cierra los ojos e inventa un nuevo aroma.  Un aroma proveniente de lo que quiere y de lo que tiene.  Pasa las sabanas por el cuerpo, tapa y destapa y nuevamente con el objeto de sus ansias sin sabana vuelve a oler, a memorizar el aroma y a denominar el descubrimiento, pero aún no intenta describir como lo nombra…espera…sufre…espera… 

Y…es así…es la suma de aspiraciones y de espera para lograr tener un cuerpito como el que Roberto ansía desde hace tanto que no se acuerda, pero seguro que lo desea desde que percibió las enormes satisfacciones  que conlleva tener muy cerca de uno un espécimen como el que le saca el sueño a nuestro amigo.  Roberto está muy cambiado desde que se propuso que ella sea de él y de nadie más aunque aceptaría un trío y hasta un cuarteto siempre que no le quiten la prioridad, su sentido de la solidaridad y compañerismo llega hasta límites increíbles de perversión y libertinaje.

Tomó la decisión que quería tomar, se desvistió y vistió para el acto que durante tanto tiempo deseo consumar, la tomó del cuello con fuerza y la fue penetrando despacio esperando que se lubrique lo suficiente, Roberto gozaba de cada posición del miembro que además su propia mano invadía…una sensación de temblor lo fue invadiendo desde las piernas hacia arriba cada vez más, cada vez más hasta que el líquido elemento fluyó con fuerza y Roberto saboreó el delicioso Cabernet de la mejor cepa, que tanto deseaba.

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