No más de mirarla se le representó el momento
en que podría ser de él, digo podría porque no sé si le da el cuero para poseer
algo tan notable y distinto, seguramente deseado por otros y con quienes él
debe competir. No todos saben que existe
y no todos sabiendo que existe se le animan o tienen la misma necesidad o
sentimiento que mi personaje. Lo que sí es seguro es que los conocedores, los afectos
al surtido, los de buen dinero, los mundanos tienen en este objeto un deseo de
posesión casi rondando el fanatismo, el apasionamiento, hay quienes exaltados
son capaces de alguna cosa ilegal o pervertida para lograr la posesión y el
gozo de este cuerpo, de sus cualidades.
Casi todos sus entusiastas, como mi amigo, son muy capaces de barbaridades pero la mayoría, como
mi amigo, pueden llegar a compartir sus dones justamente para que la
competencia no sea sangrienta y todos gocen de sus habilidades a pesar que
seguramente en su hogar hay quien espera con iguales o mejores dotes pero que
aún no han sido investigados a fondo. De primera vista sus ropas son exquisitas en
cuanto a lujo y calidad, maquillada como la mejor con los más exquisitos
afeites y por los mejores diseñadores. De altura media cualquier equipo de
vestimenta incluida la etiqueta hacen juego con sus colores y acompaña el aspecto de mi amigo que se ha
puesto sus mejores galas aunque solo sea para mirarla.
Recostado en su cama, su amplia cama, su
moderna y exuberante cama, Roberto, mi amigo se la imagina junto a él en esta
cama, sobre este colchón, cubierta solo con estas sabanas que de tan níveas
duelen en los ojos. Sábanas con
puntilla, puntilla decorada y destacada a mano por manos habilidosas. Trata de imaginarse cómo será recorrer su
cuerpo con la yema de los dedos, tratar de fijar la impresión digital de
algunos de ellos en alguna parte del estilizado cuerpo. Mirarla largamente y
que ella voluptuosamente quede inmóvil para que Roberto la rodee con sus ojos,
la compare con su memoria, la ansíe con su cuerpo y la toque y la toque
incesantemente, sintiendo su cuerpo fresco y lozano pero con mucha, muchísima
experiencia. Roberto prudente y tímido no se anima al gran momento, prefiere
sufrir y sufrirlo, prefiere aumentar sus ansias pero no pecar por apresurado.
Prefiere preferir.
El escucha, Roberto escucha su no respirar,
escucha como el cuerpo de sus ansiedades se agita dentro del mismo cuerpo como
si fueran varias partes separadas y que conjuntamente se mueven en armonía
produciendo un sonido particular que es más que respirar, es más que musitar,
es más que suspirar. Roberto acerca el oído a las ropas, su frescura lozana lo
entretiene y le cuesta separar la ansiedad de tenerla con el placer de oírla y
sabiendo que cuando la tenga el sonido de su suspiro, de su respiración será
otro, más intenso, lascivo, memorable.
Huele de memoria. Aspira profundamente. Roberto completa los pulmones y retiene,
exhala despacio y queda sin aire y en ese momento se acerca, instala el pecho
cubriendo casi todo el cuerpo y vuelve a inspirar y también a inspirarse y mezcla lo que huele con lo que quiere oler
y lo que la memoria olfativa le entrega, agita lo que recoge, cierra los ojos e
inventa un nuevo aroma. Un aroma
proveniente de lo que quiere y de lo que tiene.
Pasa las sabanas por el cuerpo, tapa y destapa y nuevamente con el
objeto de sus ansias sin sabana vuelve a oler, a memorizar el aroma y a
denominar el descubrimiento, pero aún no intenta describir como lo
nombra…espera…sufre…espera…
Y…es así…es la suma de aspiraciones y de
espera para lograr tener un cuerpito como el que Roberto ansía desde hace tanto
que no se acuerda, pero seguro que lo desea desde que percibió las enormes
satisfacciones que conlleva tener muy
cerca de uno un espécimen como el que le saca el sueño a nuestro amigo. Roberto está muy cambiado desde que se
propuso que ella sea de él y de nadie más aunque aceptaría un trío y hasta un
cuarteto siempre que no le quiten la prioridad, su sentido de la solidaridad y
compañerismo llega hasta límites increíbles de perversión y libertinaje.
Tomó la decisión que quería tomar, se
desvistió y vistió para el acto que durante tanto tiempo deseo consumar, la
tomó del cuello con fuerza y la fue penetrando despacio esperando que se
lubrique lo suficiente, Roberto gozaba de cada posición del miembro que además
su propia mano invadía…una sensación de temblor lo fue invadiendo desde las
piernas hacia arriba cada vez más, cada vez más hasta que el líquido elemento
fluyó con fuerza y Roberto saboreó el delicioso Cabernet de la mejor cepa, que
tanto deseaba.
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