lunes, 25 de marzo de 2013

EL ASCENSOR

Se lima minuciosamente las uñas, con esmero y concentración, sentada, con la espalda apoyada contra la pared de acero inoxidable. La punta de la lengua asoma por la comisura izquierda de la boca. El cris cris de la herramienta me molesta aunque parece que yo soy el único que escucha el esmerilar, lo único que falta es que saque pintura de uñas de su enorme mochila para terminar de exasperarme, aunque a decir verdad ya estoy bastante exasperado, no solo de ver cómo esta mujer ignora la preocupación del resto de los pasajeros sino por la demora en el equipo de rescate. No soporto su aparente tranquilidad y absoluto desapego a la angustia,  la preocupación que me completa.
¿Qué puede tener en la mochila? No tiene pinta de estudiante universitaria y aunque es de aspecto joven no lo suficiente como para pensar que cursa ninguna carrera de grado, aunque la verdad ahora se ve también gente grande cursando carreras, ¿para qué cuernos van a la universidad si lo que les queda de vida para ejercer no es mucho?  Hacen gastar plata al gobierno, poner profesores personal de limpieza gastar en tizas luz y no sé cuantas cosas más para individuos que van a concentrar su ego pero no pueden ejercer con fuerza juvenil la profesión que elijan, la verdad hay que poner un límite, no puede ser que cualquiera se abrogue el derecho de hacer lo que quiere, en este caso inundar las universidades de viejos con ínfulas.
Pero si no tiene libros ¿qué tiene que ocupa tanto espacio?, también puede ser que tenga ropa interior femenina, si claro, eso debe ser, pero las bombachitas son diminutas, caben en un puño, no, no debe ser ropa interior, quizás un pullover o saco de punto previendo que la temperatura baje, pero ya tiene un saco de punto puesto, por lo tanto dudo que lleve otro. Quizás tiene algún acontecimiento por la noche y lo que tiene es ropa para cambiarse, un pantalón más elegante o una pollera. Claro, es por eso que se está arreglando las uñas, tiene una cena o fiesta o un galán que la espera para una cena romántica.
El aspecto de cualquier manera es bastante dejado, el pelo no está prolijo, los zapatos que tiene no son zapatos son zapatillas por lo tanto si lo que tiene es un encuentro de cualquier tipo pero elegante debe tener además un par de zapatos en la mochila.  Entonces en la mochila ya sabemos que lleva una pollera o un pantalón y un par de zapatos, debería tener también una blusa, o una camisa o una remera elegante o por lo menos si no es muy elegante, más cuidada que la que tiene puesta que parece bastante usada, limpia pero usada, se ve en el reborde del cuello que ya se está deshilachando.
¿Qué edad tendrá?, no más de treinta y cinco ó cuarenta, tiene el cutis terso pero arrugas alrededor de los ojos, debe ser de fijar la vista en lecturas con letras pequeñas o muchas horas frente a la pantalla de una computadora o preocupaciones familiares, dificultades económicas que le dan aspecto de sufrida, quizás tiene una enfermedad incurable, o curable pero crónica.
Entonces en la mochila lleva una pollera, una blusa, un par de zapatos.  Y claro, como seguramente debe tener pocos recursos sale de su casa con la comida en algún envase de plástico.  Es más barato cocinar en casa que detenerse en un restaurante, debe tener un par de esos envases que se llevan y guardan las comidas, un poco de arroz,  alguna croqueta y seguro un huevo duro, que es barato y llena.  Ah!! También una botellita con agua, pero no agua mineral, agua de la canilla nomás, es muy evidente que esta mujer tiene pocos recursos.
¿Lleva reloj?, no, no lleva reloj, que raro, eso significa que no tiene empleo fijo que tenga una hora para ingresar y para irse pero además para controlar cuanto le falta para el intermedio del medio día.  Entonces tampoco va a la universidad porque las clases tienen un horario, no es un cine de continuado que uno entra y se va cuando quiere, hay que guardar determinadas formas y normas de respeto por el otro que llegó puntual.
¡Todo el mundo tiene reloj!, ¿cómo es que no  tiene? ¿Cuando tiene una cita pregunta la hora a la gente que camina por la calle? ¿Espera el tono de la hora en la radio? También puede ser que esté guardado en la mochila, que sea valioso, para lucir y que no se lo ponga hasta que no se cambie para su cita por temor a que se lo roben, claro eso debe ser, tiene reloj está guardado en la mochila hasta que se cambie y se ponga linda porque teme a la tentación de los ladrones.
Entonces a la pollera o pantalón, a la blusa o camisa, a los zapatos, a los envases de plástico con el almuerzo y la botellita con agua de la canilla debemos agregar un reloj.  Bueno esa mochila tan cargada está tomando forma.
¡Cuánto que tarda la gente que nos va a sacar de acá!
Sigue con las uñas. Ah, ahora está guardando la guadaña de las uñas en la mochila, no se ve nada de lo que hay adentro, saca una bolsita como esas que los chicos guardan los lápices y de la bolsa una pinza, ¿una pinza? ¿Qué va a hacer? Oh también un espejo, epaa esa bolsa es como una caja de pandora, primero la lima, ahora un espejo y una pinza.  Se está sacando pelos de la frente, se está sacando pelos de las cejas.  Está cantado se embellece porque tiene un cita, yo tenía razón.  Lo que no sé si es una fiesta de muchos o una fiesta de uno, o dos claro. 
No comprendo la tranquilidad, la falta de pronunciamiento por la demora en rescatarnos. Parece que hubiera preocupación pero no se expresa, es como si  fuera una fatalidad anunciada y lo que hay en el resto de los pasajeros es paciencia, que yo no tengo. No charlan entre ellos, casi no se miran, aunque se miran.  Hay una mamá, bah supongo que es la mamá aunque sus dos hijos no han hablado así que no puedo confirmar si es la mamá una tía una maestra o la persona que los cuida mientras sus padres aportan al sostenimiento desde sus trabajos, o quizás los padres están separados y esta señora que es la mamá lleva a sus hijos a casa de un pariente para que los atienda mientras va de compras o a trabajar o a salir con otro señor o con amigas, vaya uno a saber.  Un señor muy pero muy viejo que se apoya en un bastón, no habla, no se queja y solo mira al suelo, de a ratos suspira. Nadie lleva ni bolso ni cartera, solo la mujer sentada en el suelo  que continúa con la tarea de procurar embellecerse. Yo digo que es una mujer porque qué hombre va a limarse las uñas, los hombres nos cortamos las uñas y listo, tijera o alicate, pero no nos limamos y mucho menos nos buscamos los pelos que sobresalen de las cejas y menos que menos llevamos espejitos en nuestros morrales, todo eso es cosa de mujeres.
Pero la verdad sea dicha, aunque no me guste, ahora hay hombres con los pantalones bien puestos que se hacen la manicura, se prolijan la cara y supe hasta algunos que se tiñen el pelo y hay quienes se depilan el pelo del pecho.
Entonces esta señorita en una de esas es señor, le imputé sexo femenino por la tarea con las uñas, pero usa pantalón y como está agachada sobre sí misma no veo si tiene pechos, bah pechos seguro, quiero decir tetas.
Me molesta esa persona, ahora dudo del sexo que porta, no solo se ocupa de sí misma, de su aspecto, sino que además ignora a todos los que estamos embarcados, pero lo que más me indigna es que ni siquiera ha levantado la vista para mirarme yo que estoy tan interesado por ella, o por él.  En este preciso instante levanta la mirada y paraliza el brazo que sostiene la pinza de depilar, levanta la mirada y la posa sobre mí, sonríe, como si me escuchara pero yo no abrí la boca.  Inmediatamente vuelve a su espejo y busca ese pelo rebelde que en algún lugar se esconde y le molesta.
De pronto aparece como una urgencia, se detiene un instante en su pensamiento y acción.  Abre la mochila, guarda la pinza y el espejo en el envase que lo portaba y todo adentro, trato de mirar de reojo el interior, ahora sí alcanzo a ver un tono blanco.
Y ahí caigo, claro lo que vi es la blusa, es blanca como suponía, está arriba de todo para que no se arrugue.  Me sonrío a mi mismo con la satisfacción del acierto. 
Se para con la mochila aún abierta.  Se para como sabiendo que el vehículo se va a detener o a poner en marcha, ahora no sé si es que se movía y nunca se detenía o nunca se movió pero tampoco se abría la puerta.  Se para sabiendo que vendrá el equipo de rescate.  No le noto tetas, tampoco advierto bragueta, la mochila sigue abierta y nos mira desde un poco más arriba, esa persona es alta, bastante alta, casi toca el techo con la cabeza.
Se desprende el saco de punto y se lo saca, queda en remera, se saca la remera y hurgando la mochila saca un corset que  ata a la cintura del que se abren un par de alas blancas  muy largas, ocupan todo el espacio y molestan porque no dejan ver lo que pasa,
-Señores, dice, -preparados…buenos días…feliz estadía…la puerta del ascensor se abre. -llegamos al purgatorio.

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